miércoles, 14 de septiembre de 2005

alguna lectura

Buenas tardes.

El sol entra por la ventana, me lo habrán leído más de una vez... pero es que es verdad. Se me derrama sobre el teclado que es un gusto...

(Tengo la lavadora puesta: que no se me olvide.)


Les comentaba anoche que he estado leyendo... Sí, ya les conté que me habían llegado unas cosas del otro lado del Atlántico. He estado dando buena cuenta de la mayoría de ellas. (No, todas no: ¿qué voy a dejar para mañana, entonces?)


Del otro lado del Atlántico, sí. Cosas de DC, cosas de Marvel. De Oni Press. (Leo de todo, por si no habían caído... O casi.) Algunas cosas, notables. Por diferentes razones.

Vayamos por partes.

Primero, lo que leí primero, nada más desembarcar en casa, en el sofá. Andi Watson. Nueva entrega de Little Star. Este hombre no me decepciona (pese a que su Love Fights procuraba manejar registros demasiado dispares y, a veces, chirriaba): narración cotidiana, meditada, en la que se habla de compromisos y de sueños, de relaciones de diferente tipo (sentimentales, de amistad, de trabajo...); resuelto en clave liviana y con una hermosa metáfora recurrente, la del astronauta náufrago irremediablemente atraído hacia el agujero negro...

Después, algunas cosas que suelo leer con provecho: el Daredevil (insisto) de Bendis y Maleev, por ejemplo. Los mutantes de Whedon y Cassaday (final tramposo, pero prometedor). City of tomorrow, de Chaykin, que sigue siendo inventivo incluso en lo fonético: doppelgangsters, Cosa-nanostra, Francis X. Macchina... Además, Albion, con ese momento chispeante: Thatcher ojo-mágico.

Y el Locus, para mantenerme mínimamente al día, ya saben...


Y un par de cosas de las de leer más despacio. Primero, The Forty-niners. Alan Moore (palabras mayores) y Gene Ha. Una especie de precuela de Top Ten. O, más bien, una historia que tiene lugar en el mismo universo, pero muchos años antes. Al final de la Segunda Guerra Mundial. La lectura resulta un poco trabajosa, debido a la meticulosidad de Ha, empeñado en introducir a todos los personajes imaginables como figurantes, desde secundarios de Little Nemo a Brutus, pasando por... todos; o casi. (Bueno, debido a su meticulosidad y a su manifiesta torpeza a la hora de narrar.) El guión de Moore, como de costumbre, es impecable, bien entramado, intrigante, inteligente. Pero no es en absoluto novedoso, ni aporta nada a lo que ya había desarrollado en los diferentes títulos de la línea ABC. (Es más, tengo que decir que la homosexualidad del jovencito protagonista se ve venir de lejos, como el problema con los pilotos...) Está bien reflejado, eso sí, el espíritu de cambio y de incertidumbre de la época y de la situación que los protagonistas viven. Y un emocionante sense of wonder que viene con olor a papel viejo y héroes de otro tiempo...


Luego, y hablando de sense of wonder y de héroes pretéritos y contemporáneos, el primer paperback de la segunda época de The Ultimates. Millar y Hitch. Otro registro, ya ven. No ya diferente: opuesto. Los autores plantean en este título, ya se ha dicho en otros sitios, un tebeo que sea el equivalente de las actuales películas de acción, con mucha tecnología, explosiones, gente que suda, chistes ingeniosos, caras conocidas y situaciones perfectamente imposibles. Y lo hacen de forma impecable, reinterpretando personajes de sobra conocidos en clave... no sé, ¿post-John McTiernan?

Yo, me van a permitir que se lo cuente, me divierto mucho con estos Vengadores sacados de contexto.


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Entrada larga, no sé si un poco espesa, que tendría que haber colgado a lo largo de la tarde. Problemas con blogger, con la máquina de subir imágenes primero, con el resto después. (Menos mal que pude guardarlo como borrador...)

Ahora, claro, ni entra el sol por la ventana ni tengo la colada por hacer. Pero puedo contarles que he estado viendo el episodio de ayer de El ala oeste de la Casa Blanca y cada vez me reafirmo más en mi entusiasmo.