sábado, 26 de agosto de 2006

el sábado, al revés

Es decir, que uno ha madrugado y ha trabajado de mañana, y le toca hacer un poco de compra de tarde, en un rato.

Es decir, que uno tiene los horarios internos hechos un patatal y no sabe muy bien qué hacer, si ponerse a leer o atizarle al sillón una siesta accidental.

Eso sí, me vuelvo a casa después de comer en compañía de una señorita que me cuenta, como en uno de esos diálogos que yo mismo no me atrevería a escribir por obvios e inverosímiles y hasta empalagosos... me cuenta que le da miedo seguir creciendo. (Luego aclara que es porque las cosas están chungas, lo del trabajo, hacerse con un piso... pero las palabras son textuales: le asusta crecer. Guau.)

Después, me dice que llevamos las mismas zapatillas (yo las compré ayer, negras y chulas...) y le hace gracia.

Luego dicen que si la televisión no es el espejo del alma, o algo...




(No, la imagen, de Shane Glines, no tiene que ver en absoluto, pero tenía el punto justo de algodón de azúcar, no sé si me siguen...)

3 comentarios:

El lector de comics dijo...

Bueno, yo tampoco quería crecer pero no he podido evitarlo. Intento ponerme el bañador del año pasado y ... me es imposible...

Anónimo dijo...

Sí, estamos rodeados por diálogos obvios e inverosímiles. Es algo constante. Creo vivir en una serie de televisión de los ochenta... y no es precisamente "Hill Street" X-D

Mar dijo...

quién no tiene miedo en algún momento de su vida?, pero vamos... que eso lo cura el tiempo y la vida misma :)