domingo, 9 de septiembre de 2007

piedras

El cinturón de asteroides resulta una decepción estética. Uno espera despertar rodeado por una lluvia de rocas, una amenaza que cubra todo el campo de visión... Lo cierto es que ya resulta excepcional ver algún asteroide lo suficientemente cerca como para distinguirlo de la negrura exterior...



En el entretanto, harto de las mismas músicas, de los libros que ya no, del tiempo idéntico a sí mismo en todo momento, infinito y lento, uno camina despacio por los pasillos del Crucero, despacio y sin tregua, camina por pasillos que recorren la nave de proa a popa, de babor a estribor, de arriba a abajo (o viceversa, son conceptos intercambiables aquí)...






Júpiter queda tan lejos aún...

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