domingo, 16 de diciembre de 2007

36-39

Tengo un amigo que es, según sus propias palabras, casi tan facha como el caballo del Cid. Y orgulloso de serlo, además. Y charlando no hace mucho salió el nombre de Carlos Giménez, y declaró su admiración por esa su gran obra, Los profesionales. Me sorprendió comprobar que no conocía, caramba, Paracuellos. (Lo que me dejó un poquito escamado: porque en la edición de sus libros aparece siempre un listado de sus otras obras... y Paracuellos está en todos y cada uno de los listados. Pero.)

Cegueras voluntarias, imagino.

Lo que viene al caso de la edición de 36-39. Malos tiempos, su último trabajo. (De Giménez, hablo.) No por el asunto de las cegueras; o también, en todo caso.

Avisé con tiempo: el libro me interesaba de antemano, y en cuanto que lo he visto lo he comprado. (Comprado, sí. Yo todavía compro tebeos. El servicio de prensa que me llega es escaso, amistoso y, en alguna ocasión, innecesario. Breve, en fin.) Y, una vez leído, debo decir que no me ha decepcionado. Pese a un prólogo inadecuado (por lo obvio, entre otras cosas) y mal escrito (Antonio Martín tendría que ir pensando en retirarse, me parece; por el bien de todos). Pese a los manierismos del maestro Giménez. Pese a muchas otras cosas (la portada, por ejemplo: espantosa).

Me gusta porque los niños están tan bien dibujados y son tan creíbles y tan tiernos.

Me gusta porque está bien escrito. Y hablo de prosa, de literatura: pocos tebeos, hoy, tienen las comas tan en su sitio. Menos aún, frases tan largas y bien construidas.

Me gusta por el trazo roto, por los negros arañados y las composiciones añejas. Por la expresividad de las manos, de los brazos y los rostros.

Me gusta porque los guiones están milimetrados y beben de fuentes clásicas, y obedecen a necesidades narrativas y dramáticas, no a poses ni a mercadotecnias.

Me gusta porque el autor no es, atención al dato, neutral. No se debe ser neutral. El creador que no opina, que no se moja, que expone desde la pulcra (y supuesta) equidistancia, no es tal creador: más bien se le puede considerar farsante; incluso embustero. Hipócrita, en todo caso. Giménez no lo es, y no necesita en absoluto la coartada intelectual que el prologuista le proporciona (Max Aub, el Goya de Los desastres de la guerra): si en la Guerra Civil hubo dos bandos, es evidente que uno de los dos empezó, provocó, atacó (y venció, para nuestra desgracia). Mirar a otro lado, justificar, no es sino disfrazar y... sí, mentir. Giménez no miente aquí, como no miente en Paracuellos ni miente en Barrio. Y se agradece la honestidad.

(Hablando de Max Aub... recuerdo a un profesor de literatura que, cuando yo estudiaba el BUP, no se cansaba de hablarnos maravillas de sus novelas, que a la sazón estaba entonces publicando Alfaguara. Era pequeñito y con un aire pusilánime, pero se encendía cuando hablaba de Aub, se llenaba de energía, se le crispaban los dedos...)

Me gusta porque, como Paracuellos o Koolau el leproso, es un libro que es también, o sobre todo, un grito, una toma de postura, una declaración. Y una bofetada.

Y me gusta, también, porque a mi amigo, que es incluso más facha que el caballo del Cid, diga él lo que diga, no le va a gustar nada. (Que es lo de menos... pero que a mí me pone, qué quieren...)

5 comentarios:

El Pobresor Gafapasta dijo...

Hombre, espantosa la portada no me lo parece. Quizá ese feo color azul, bueno... Es, eso sí, tendenciosa y cizañera, o sea, lo que tú dices: su autor no es neutral, y se moja.

Un saludote.

AnnieChristian dijo...

Estimado señor Naranjo, me temo que si usted escribiera los "resúmenes de contraportada" de los libros, mi biblioteca se multiplicaría por 100. ¡Que ganas de leer "36-39" después de leer su texto!

fcnaranjo dijo...

Favor que usted me hace, querida señorita.

:)

PAblo dijo...

Por lo que leo, parece que le ha gustado. No comparto lo de la portada aunque sí es cierto que podían haber hecho algo original que reproducir una de las viñetas del álbum (aunque sea una de las más dramáticas del álbum).
En su afán reseñero llega usted hasta el prólogo. A mí no me molestó tanto, me pareció, eso sí, excesivamente profesional. Un trabajo de aliño.
Saludos.

Anónimo dijo...

Como decían los siniestro total: "guión original para revivir la vida cotidiana en la guerra civil". Si que da de sí la dichosa guerra.